Por segundo vez…

Dentro de mi memoria hay un recuerdo, el recuerdo de la persona que estuvo alegre desde el día que vio nacer a mi madre, me vio nacer a mí, y vio nacer a los demás miembros de mi gran familia. Ese recuerdo es el de mi abuelita Beatriz, una mujer hermosa, lista, y muy agradable. Para todos nosotros fue una prueba difícil de superar el hecho de perderla hace ya cuatro años, su recuerdo siempre estará con todos nosotros, pero el día de hoy todos en la familia sentimos que la hemos perdido por segunda vez. Se preguntaran por que, pues con toda la tristeza del mundo les contare lo sucedido. Mi abuelo que aún goza de excelente salud, y ojala Dios sea bondadoso y le de tanta más guste, que todos los días muy de mañana va al racho a poner a pastar a las cabras, a ordeñar las vacas, y alimentar a los cerdos; realizó su rutina diaria, pero hoy, algo pasó en el tiempo que el no estaba en la casa, aún no me han dicho como entraron en ella, lo único que sabemos es que han entrado y se han llevado todo, todas las joyas que alguna vez mi dulce abuela portó, y otras cosas que a ella le pertenecían y que nos ayudaba a recordarlas. Cuando mi madre habló para saber como ha estado mi abuelo, supuso que algo malo había sucedido, la voz se le oía cortada, y le faltaba el aliento; cuando mi madre colgó el teléfono unas largas lagrimas corrieron sus mejillas, y al voltearse no dio la nefasta noticia, no lo podíamos creer, en ese momento sentimos como lo he dicho ya, el hecho de haber perdido a nuestra abuela por segunda vez, mi madre no ha vuelto a hablar a la casa de mi abuelo por no querer alterar a mi abuelo que creo yo ha de seguir pasmado; mis tías saben lo que ha acontecido y esperan poder encontrar rastro alguno, por el momento volvimos a sentir la angustia de perder el recuerdo. Pero debemos recordar una cosa que mi abuela repetía con frecuencia, “los recuerdos están en el corazón de tu persona, no en las cosas que te obligan a recordarlo”.